Osvaldo Gallegos
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Presentamos a Osvaldo Gallegos, el hijo de la señora de los diarios, la señora Nena Parada, que siempre se desvive por él y nos cuenta con gran orgullo lo que está haciendo y sus últimos logros. Y era para menos, tener un hijo poeta cuando todos sabemos lo fácil que es en Curacaví ir por el camino errado. Bien por Osvaldo y su prosa, no te mueras nunca Osvaldo.

Biografía

Nacido en Santiago el 3 de Febrero de 1960, se vino a vivir a Curacaví a los 2 días de nacimiento. Estudió en la Escuela Básica Ex 285 cursando de 1° a 8°. La enseñanza Media la realizó en el Liceo de Curacaví entre los años 1974 y 1977. Posteriormente trabajó en diferentes ocupaciones y en 1984 ingresa a la Universidad de Talca a estudiar Pedagogía en Castellano, a mitad de carrera se traslada a Santiago al Instituto de Estudios Superiores Blas Cañas desde donde egresa el año 1990 con el título de Profesor de Estado en Castellano. Hasta el día de hoy, enseña en diversos colegios de Santiago la asignatura de castellano. Entre los años 1993 y 1996 realiza un postgrado en Literatura en la Universidad de Santiago obteniendo el grado de Licenciado en Literatura.

Siempre fue un destacado narrador de historias y anécdotas de personajes populares de Curacaví, excelente contador de chistes y amante de la bohemia de Curacaví y sus alrededores.

Desde principios de los años 90 incursiona en la Poesía, genero literario que más ha desarrollado. Ha participado en cuanta actividad cultural se ha realizado en Curacaví, leyendo sus poesías, a veces acompañado de alguno que otro músico de la localidad. Ha participado en diversos grupos que han fomentado la cultura en nuestro pueblo.

En el año 1999 obtiene el primer premio en el concurso de poesía realizado por el Colegio de Profesores de la Región Metropolitana, premio que consiste en la publicación de su poesía en ediciones LOM.

En lo más angular del Sueño (Primer Premio)

Curacaví

Esta tierra es un laberinto transfigurado por la magia de los años,

el ancestro que duerme en nuestro cuarto oscuro.

Esta tierra es la forma que, puede tener un día perfecto de sol a sombra,

un diamante maduro que brilla en el firmamento de su propio aire y su propio vuelo,

es materia que germina desde el pilar de los sueños,

maduración de todo lo humano que pueda concentrar su crisol,

es árbol lacerado por un golpe de tiempo,

es sol y luna, luna y sol;

vertiente mineral donde beben sus hijos, verdaderos arcángeles vendimiosos,

situados a veces entre pared y espada, espada y pared,

en lo mis angular del hueso político.

 

Desde sus dolientes palabras escribimos en el aire,

escribimos a pleno día y a plena noche

para imantar un poco los sentimientos que nos hermanan,

 escribimos montados sobre Curacaví,

desde el centro de sus círculos de cerros,

vivimos su historian la hablada y la cantada, sus mil imágenes acumuladas,

se escribe vendimioso en esta tierra aire,

 en esta tierra sol; atrincherado en su espesor maduro,

se escribe decididamente soñando sobre estas raíces sin tiempo,

se escribe rodeado de sus vivos y sus muertos.

 

Chicha de Curacaví

La vendinimiosa chicha de Curacaví

corre, corre por los paisajes rurales,

corre y vuela como un pájaro líquido,

corre por la sangre con la fuerza de la tierra,

de la sagrada vendimia humana.

 

Clara, dulce, fuerte y sustanciosa

de mascarla con los dientes apretados

como triturando su deleite,

como queriéndole sacar sus verdades, sus chúcaras verdades

 arraigadas en lo más popular de la memoria pueblerina.

 

La vendimiosa chicha corre de chuico en chuico

y zapatea una cueca larga en la fonda de la vida,

corre, corre como un río interminable

zarandeada en noches con estrellas,

cae, cae como lluvia pródiga

en el aro que pone en suspenso a la muerte.